La luna es de queso


 

La llanura de plata

Curiosa era la huella. Era la primera vez que pisaba el suelo lunar y no podía sino pensar en otra cosa que en esa huella gigante y en cómo se quedaría ahí perfectamente marcada por un largo tiempo, pues no sería hasta un largo tiempo que alguien regresaría. Alzó la mirada y vio a su compañero más lejos de lo que esperaba y rápidamente reinició la marcha pues no quería alejarse más de lo necesario. Una de las cosas más alentadoras es que estás realmente solo con cualquier problema que pueda llegar a surgir. Con todo eso no dudaba que ese era uno de los momentos más conmovedores de su vida. Erick nunca había sido muy sensible, pero jamás negaría que el paisaje fue lo suficientemente conmovedor para hacerlo soltar algunas lágrimas.

Primero estaban las estrellas, anteriormente había estado sólo una vez en el espacio, pero desde ese momento supo que jamás dejarían de parecerle asombrosas, y sólo podría describirlas con las palabras de Julian Lennon “Diamantes en el cielo”

Después esa inmensa planicie en la que habían alunizado, se le vinieron a la mente las palabras “Llanura de plata”. Una extensión blanca, tan grande que daba la impresión de que si caminabas lo suficiente en cualquier dirección eventualmente caerías al vacío eterno.

“Ningún paisaje terrestre puede comparársele” pensó.


La marcha era lenta y desconcertante, en la academia te entrenan sumergiéndote en una piscina, pero en la realidad no se le compara en absoluto. En una piscina el movimiento es difícil por la gran presión del agua, en el espacio es difícil porque no hay presión. Cada paso le hacía creer que el hombre jamás sería dueño de la luna, pues nunca se acostumbraría a esta forma de caminar. Por fin alcanzó a su compañero, Edward, y no creyó que este siquiera notara su retraso, no había forma de escuchar sus pisadas. Sin ningún gas en la atmosfera las ondas del sonido no viajarían, así que sólo podían confiar en sus comunicadores para hablar entre sí. 


-“The girl that´s driving me mad...” Desde que abandonaron el transbordador no había parado de cantar.

-¿Cantarás solo esa canción, no sabes alguna otra?

-No la canto para entretenerte, lo hago para ignorar el hecho de que estamos solos.

-¿Qué tal un poco de conversación?

-Hemos pasado los últimos 6 meses juntos en el campamento, no creo que haya algo que me puedas decir que no sepa.


Continuaron caminando por 10 minutos más…

Hasta que se encontraron con una abertura en el suelo. Era un agujero de unos 4 metros de diámetro y una profundidad incalculable, la luz alcanzaba iluminar unos 8 metros, pero el resto se perdía en el vacío, un poco parecido a las caricaturas, donde el conejo podía mover el hoyo simplemente tomándolo por los bordes, sacaron sus linternas logrando iluminar un poco más, pero la verdad es que no había mucho que ver, determinaron que uno de ellos debía descender. Sacaron un pequeño equipo que habían preparado para esta misión, después de todo a eso habían ido. La Central de Investigación espacial había observado los misteriosos cráteres que aparecían repentinamente en la superficie lunar, lo interesante es que no eran resultados por la colisión de asteroides y parecían ocurrir en zonas desde la luz no era reflejada, por lo que no los notaban hasta que el sol los iluminaba.


-Ningún asteroide pudo ocasionar esto, te lo aseguro- Exclamó Edward mientras Erick se preparaba para el descenso- Estaré esperando sólo por 30 minutos, si no regresas antes asumiré que tienes problemas e iré por el otro equipo al transbordador.


Erick asintió, la verdad es que no estaba preparado para lo que pudiera descubrir ahí adentro, y es solo echar una mirada a aquel abismo le ponía a imaginar toda clase de temores, reales e irreales. Como si toda ley de razonamiento hubiera quedado atrás en la tierra, después de todo este era otro mundo. El equipo consistía en un arnés sujetado a una cuerda clavada con una estaca en el suelo a 5 metros de la entrada. Suponía que una caída con tan poca fuerza de atracción como la que había en la luna no podía hacer mucho daño, aun a una altura de esa magnitud, pero la cuerda lo reconfortaba, era un efecto inverso del que provocan las salidas de emergencia en los aviones. Soltó la cuerda sobre la entrada, esta cayó un poco más rápido de lo que esperaba debido a que había colocado un peso adicional en el extremo.


-Tendrás que darme un pequeño empujón- dijo mientras se enganchaba -o nunca terminaremos con esto.


Se acercó al borde del abismo y sin estar listo sintió la mano de su compañero que le hizo empezar a descender poco a poco.


La cueva.


Caía lentamente sin dejar de soltar la cuerda o dejar de alumbrar el camino con su linterna, y pensaba que probablemente se vería como un globo. En ese momento fue cuando perdió toda noción del tiempo y tal vez nunca la recobraría del todo. Trataba de ocupar su mente en algo más pero cualquier cosa le recordaba donde estaba. “Me pregunto si aquella pizzería seguirá entregando a domicilio, en caso de que permanezca en esta cueva más tiempo del planeado”. Después de muchos pensamientos así llegó a lo que parecía el final, pronto descubriría que entro a un laberinto del que según los libros de historia jamás saldría.

Se desenganchó y probó la comunicación:


-Eddy, toque fondo ¿Cuánto tiempo me queda?

-… k... munica… falla….cronómetro… diez minutos


“Ok, la comunicación falla. Ajusta el cronómetro a diez minutos” Fue lo que pudo deducir y se dio cuenta de que a partir de ese momento estaría completamente sólo. Ajusto el cronómetro y este empezó a correr.


Miró a su alrededor alumbrando con su linterna, pronto descubrió una abertura circular de aproximadamente 2m de diámetro y una profundidad incalculable, empezó a caminar lentamente. Ahora tenía a su linterna como única aliada y empezó a sujetarla con más fuerza cada vez. Como les dije el tiempo aquí no tiene lugar así que solo les puedo relatar los sucesos en el orden que ocurrieron. Lo siguiente tal vez no sea importante, pero es el primero y por lo tanto será contado ahora. Sin darse cuenta empezó a cantar “Ticket to ride” y si lo que hubiera pasado ahí no le hubiera dejado sin aliento probablemente no hubiera parado. Lo segundo es que notó unas suaves vibraciones que empezaron a sacudir poco a poco la cueva, lo que sólo provocó que cantara más fuerte. Lo tercero fue una fuerte sacudida que ocurrió detrás de él, es difícil determinar con que fuerza fue empujado pero sé que fue la suficiente para llevarlo de bruces al suelo (y aun en ese momento trato de seguir cantando, aunque sin una pizca de alegría en su voz). Repito, en el espacio prácticamente el sonido no existe, así que no es necesario imaginarse un estruendoso conjunto de rocas cayendo. Sin muchos esfuerzos logró ponerse de pie alumbrando los estragos con su linterna (la cual si apretaba más fuerte terminaría por enterrarse en su traje y posteriormente su mano). Cuando se dio cuenta de lo que había pasado, lo que esto implicaba, y la pregunta ¿Qué lo había ocasionado?


Finalmente dejó de cantar. El túnel por el que había llegado ya no estaba ahí, en su lugar una enorme pared que iba de derecha a izquierda creando así un túnel totalmente nuevo y de forma perpendicular al que había estado recorriendo.


“Perdido” no es la palabra correcta, en lugar usaré “Atrapado”, pues aunque tenía caminos por explorar, no tenía el más mínimo deseo de recorrerlos. Se acercó al suelo y revisó las paredes minuciosamente, sin embargo no notó diferencia alguna entre el primer túnel y el nuevo, así que por ahora solo podía suponer que ninguno tendría mejor destino que otro.


Ahora debía decidir qué camino tomar. No pretendía seguir por el mismo túnel, pues este iba en dirección contraria a la apertura por la que había entrado, la cual se había convertido en su meta, tenía que regresar al mundo real. Lo que sólo le dejaba con dos opciones, cualquier dirección del nuevo túnel. Empezó a meditar sobre qué camino tomar cuando sintió un frío paralizante recorriéndole los dedos de los pies, subiendo hasta los tobillos y llegando hasta sus espinillas. Volteo hacia abajo iluminando con su amiga, la linterna, para no encontrar sus pies, sino en su lugar una réplica exacta de estos pero hecha del material lunar que estaba pisando.


No soporto más esta vista así que con un fuerte jalón se desprendió, perdiendo todo por debajo de las rodillas. Se empezó a arrastrar por el nuevo túnel (no importa en qué dirección porque ni él lo recuerda, así como no importa cuánto tiempo porque el jura que fueron veinte años).

Lo importante es que finalmente, después de darse cuenta de que si seguía de esa forma terminaría por rasgar su traje, logró romper con esa terrible alucinación.


Así es, debajo de sus rodillas seguían estando sus pies y al verlos no se contuvo más y se soltó en un silencioso llanto. Las lágrimas escurrieron para secarse en su cara, pues mientras tuviera puesto el casco no había forma de limpiarlas. Después de tres días (eso es lo que me dijo) logró ponerse de pie y empezó a caminar en cualquier dirección sin parar, pues temía que si se detenía volvieran a petrificarse sus pies.


Después de toda una vida de avanzar sin más que alumbrar el monótono camino con su mejor amiga, la linterna, notó un pequeño destello al final del túnel. Era muy tenue, pero pronto vio que parecía acercarse, por lo que fue creciendo hasta convertirse en una luz clara que avanzaba a gran velocidad.


Por un breve instante se sintió en alguna vía de tren, y pronto sería arrollado.

Pero esto era imposible, esa vida, ese mundo habían quedado atrás. Sin dejar de avanzar notó que la extraña forma se movía gracias a una serie de miembros, parecidos a las patas de una araña, que le rodeaban. Ahora se le ocurrió que esta criatura habría sido la causante del derrumbe y abrir el nuevo túnel.


Se preguntó de qué tamaño sería, si tomaba en cuenta el tamaño de túnel…

Ahora le invadió un temor (tal vez el último sentimiento que llegó a tener) y la necesidad de huir pero, ¿A dónde? No tenía realmente a donde huir, después de todo esta era su nueva vida, un callejón sin salida. Tal vez este debía ser el final, la verdadera salida de esta pesadilla encarnada en un camino infinito. Era su oportunidad. Sólo quedaba despedirse de su compañera, así que por primera vez desde que entró en aquel abismo apagó su linterna.

Cerró los ojos y esperó a que aquella criatura lo embistiera con la suficiente fuerza para matarlo. BAM!


A través de sus párpados podía ver una luz y pensó que estaría muerto, que después de un aparentemente interminable purgatorio había llegado al paraíso. Abrió los ojos y encaró el enfermo sentido del humor que tiene la vida. Estaba sobre su espalda mirando hacia la abertura por la que había descendido hace tanto tiempo. Ahora no le parecía tan oscura.

Sin la más mínima esperanza o alegría en su corazón se puso de pie y buscó en la pared la cuerda que había utilizado, y efectivamente ahí estaba.


Escaló sin dificultad y llegó a la cima rápidamente. Miró a su alrededor y no encontró a su compañero, no le sorprendió. Miró el cronómetro y notó que todavía le quedaban tres minutos.

“Ha de estar descompuesto” pensó sin mucho interés en arreglarlo. Empezó la marcha hacia donde anteriormente habían alunizado y en el camino se encontró con su huella, aquella que había marcado con fuerza deliberadamente con el propósito de “dejar marca en otro mundo”.

La borró con una fuerte patada. Llegó al lugar y para su sorpresa el transbordador seguía ahí.


Abrió la escotilla y una vez adentro checó la bitácora. Vio la fecha y supo que habían pasado 40 años del último registro. Leyó las últimas entradas y se enteró de que pasados los 30 minutos Edward entró en la abertura utilizando el equipo de rescate, sin embargo no encontró la cueva. Regresó a la superficie y desde el transbordador reportó una falla en el sistema de ignición a la Estación Espacial de la Federación, por lo que solicitó rescate inmediato.

También reportó su desaparición. La cápsula de rescate llegó 2 días después, 2 días en los que fue a la abertura a buscarlo.


Cuando no pudo seguir esperándolo se fue y Erick fue declarado muerto.

“Bastardo” pensó con una pequeña sonrisa en su rostro. Obviamente no había ninguna falla con el transbordador, Eddy se lo había dejado ahí para él. Pensó que era un buen momento para regresar a casa, después de todo tenía una tumba que quitar.

FIN.


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