El Astrodiario de Edward Blake
Primera entrada.
Empiezo este diario a 7 días de mi regreso, sigo en terapia recuperándome de los estragos que la falta de gravedad ocasiona a mi cuerpo, empiezo a escribir con la esperanza de que disuelva mi insomnio.
Ahora me presentaré, mi nombre es Edward Blake, y querido lector, yo no lo conozco pero usted conocerá una parte de mí que deseo dejar en este diario, el cual notará, no es muy convencional pues no tiene fecha que distinga los días en que se escribieron las entradas (al menos por ahora), esto se debe a una razón muy simple, yo mismo desconozco la fecha, esto se explicará pronto.
Soy (o fui) un prestigioso piloto de la fuerza aérea de los Estados Unidos de América, una pasión más que un oficio, pues contrario a las demás ramificaciones del ejército, los pilotos sienten un verdadero amor hacia lo que hacen.
Tal vez no deba hablar por todos, pero sí por los grandes compañeros que tuve, que como yo, no sentían mucho interés por temas bélicos, pero se enlistaron por la triste razón de que es ahí donde se encuentran las mejores máquinas de aviación.
Recuerdo con mucha nostalgia aquellos tiempos, en los que las rutinas matutinas, pruebas de prototipos, creación de nuevas maniobras conjuntas etc. hacían que todo pareciera un juego.
Lamentablemente no lo era, pues aunque eran cada vez menos, no faltaban ciertas ocasiones en que se nos ordenaba bombardear cierto poblado en medio oriente con la excusa de que la cabeza de alguna organización terrorista se escondía.
En esos momentos pretendía que todo era parte de algún sueño, y que en todo caso esa gente se lo merecía, eran asesinos desalmados y tiranos opresores los que morían en los estallidos.
Sin embargo el auto engaño no duró, y pronto fui incapaz de disfrutar el volar aquellas increíbles naves, entonces empecé a buscar una alternativa (escapatoria) fue ahí cuando me contactó la NASA.
Hasta estos días soy incapaz de distinguir quien buscaba a quién, pues aunque fueron ellos quienes me enviaron la carta, fui yo quien a todas luces solicitaba fallidas transferencias a otras divisiones menos agitadas, en fin lo que realmente importa es que tras una larga entrevista seguida de rigurosas pruebas médicas fui aceptado.
No hablaré de mi entrenamiento, de esos meses prefiero hablar de otra cosa, mi compañero de misión, Erick.
Ahora otro detalle, nunca supe su apellido, pues nuestra misión fue llevada a cabo con las más altas medidas de seguridad, y por alguna razón creían que saber nuestros nombres completos era una amenaza.
A pesar de esto congeniamos fácilmente, superando la absurda regla de no hablar sobre nuestra vida personal, nos descubrimos mutuamente sobre nuestros trabajos, (hasta ese día no creía que hubiera alguien que amara lo que hacía más que yo), y la plática resultó demasiado amena pues no importaba que no fuéramos precisamente muy elocuentes al conversar, o los más atentos escuchas, pero el idioma era el mismo: pasión.
Me he olvidado de lo más curioso del caso, Erick no era piloto, o astrónomo, o alguna otra cosa que esperarías de un futuro astronauta, no, él era un importante geólogo-alpinista.
Cuando le pregunté qué interés podría tener la NASA en un alpinista no supo responder "Fue en parte la curiosidad lo que me empujó a aceptar".
Divagamos mucho sobre el tema sin nunca llegar a alguna teoría sólida, no fue hasta que cada uno hubo realizado un viaje a la estratosfera como prueba final que nos informaron con el resto de los "detalles".
Hasta ese momento tenía la esperanza de que fuéramos asistidos por astronautas más experimentados, no me parecía lógico mandar a dos novatos a una misión tan importante.
Estaba equivocado.
La misión era aún más secreta de lo que suponía pues no podían mandar a ningún miembro del cuerpo espacial que fuera reconocido, en caso de que algo saliera mal.
Tampoco nos volverían a "requerir" al terminar la misión, pero asegurarían nuestro bienestar con una pensión bastante generosa.
Saber esto no fue nada reconfortante, pero en este punto era imposible echarse para atrás.
En una pequeña sala, sin ventanas y ayudados de un proyector nos mostraron fotos de la luna y unas extrañas aperturas que se hacían más frecuentes, el problema con su estudio se debía a que las extrañas marcas sólo ocurrían en partes donde el sol no llegaba, por lo que los telescopios no las detectaban hasta que empezaba de nuevo el ciclo lunar.
"Su trabajo será tomar muestras del suelo en esas zonas, medir la profundidad y tomar nota de cualquier irregularidad"
Sospecho que lo sabían desde el principio, que encontraríamos algo más que sólo rocas, y que las probabilidades de no regresar eran muy altas.
Erick no lo logró.
Me es difícil (aun después de tanto tiempo) regresar a los sucesos de allá arriba, todo lo que consigo son fugaces vistazos, un libro a medias.
El alunizaje resultó sin problemas, caminamos hacia las coordenadas de la apertura más cercana y Erick descendió sin dificultad, reportó una apertura de dos metros de diámetro por la que entró.
Siguiendo nuestras instrucciones no debía permanecer en las aperturas por más de treinta minutos, por lo que pasados estos decidí usar un equipo de emergencia para buscarlo, pero al llegar al fondo no encontré la apertura, extrañado me pregunté si era posible que algún movimiento del suelo ¿la luna sufre de temblores?
¿Tenía placas que bailaban constantemente como en la tierra? tanteando el suelo y las paredes no encontré nada, y decidí ascender, pues estar ahí abajo no era para nada agradable.
No puedo justificar la cruda y simple naturaleza de mis actos, pues como piloto te enfrentas a diversas situaciones en las que la firmeza de tus decisiones y la habilidad para tomarlas te pueden salvar la vida, eso te deja una importante lección: la cobardía y el instinto de supervivencia son separados por una delgada línea.
En cuanto puse un paso de nuevo en la superficie un frígido pánico me invadió y sin pensarlo dos veces, me apresuré hacia el transbordador y empecé a prepararlo para despegar.
Fue inútil ya que los controles no respondían, me comuniqué con la estación espacial y pedí socorro, pidieron un informe de la situación, ante lo que sólo pude inventar un desastroso derrumbe en el que Erick quedó atrapado y murió al instante.
Mentira, una despiadada y cínica mentira, cuando las últimas palabras salieron de mi boca un ataque de vergüenza me invadió alejándome de la realidad y casi pierdo la respuesta de la estación.
Tendría que esperar tres días para que prepararan otro transbordador, no tenía problema con la comida pues el viaje estaba contemplado para durar más de 5 días.
Pero la culpa es un sentimiento fuerte en la persona adecuada, y por mas que mi cuerpo me lo exigiera no pude comer más que unos mordiscos, mi mente volvía una y otra vez hacia la apertura e imaginaba que clase de horrores estaría pasando Erick.
No resistí mucho y volví cada día hasta que llegara el rescate, sólo que nunca pude reunir el valor para volver a entrar.
Al final del tercer día los rescatistas me encontraron famélico y al borde del delirio, no se explicaban por qué no me había alimentado y tuvieron que cargarme hasta el transbordador de rescate donde perdí el conocimiento.
Ahora estoy recuperándome exitosamente en un “hospital especial”, lo único que tiene de especial es la seguridad, desperté apenas hace tres días y ya puedo notar las irregularidades.
Nunca me visita más de dos veces un médico o enfermera, y siempre parecen saber (y querer saber) muy poco de mí y el porqué de mi condición, sólo se dedican a mantenerme estable y combatir mi desnutrición.
El único constante es un guardia de seguridad afuera de la puerta, él fue quien me informó que pronto un agente me terminaría de informar sobre los detalles, y terminaría de rendirle cuentas, después podría irme a casa.
Pensé en averiguar sobre la dichosa pensión pero de nuevo la culpa ató mis labios.
Como mencioné al principio no he podido conciliar el sueño, y siendo honesto (sobre todo conmigo mismo) no fue nada fácil o agradable escribir esto, pero fue necesario, de otra forma mis sentimientos hubieran terminado por consumirme y no sé hasta donde habría llegado, por ahora sólo queda esperar al agente, seguiré escribiendo si tengo la oportunidad (o necesidad) pero realmente lo único que deseo es dejar esto atrás y hacer lo posible para reconstruir mi vida.
Días después...
El insomnio ha regresado, se fue por un momento pero tras las crecientes irregularidades me fue imposible dormir siquiera las tres horas de antes, ahora veo este diario como algo más que un escape mental, es un testimonio pero todo a su tiempo.
Hace ya una semana desde que escribí, ahora sé que estuve en un “aparente” coma por dos semanas, por lo tanto ya es casi un mes desde que dejé la luna, y a Erick en ella.
Esto me lo dijo el dichoso agente, a quien reconocí como uno de los hombres que nos informó de la misión.
Durante su visita se notó muy hospitalario y cuidadoso, a pesar de todo se negó a decirme donde me encontraba.
Lamento mucho escribir esto, pues el verlo escrito sólo acentuará la paradójica realidad, y la culpa será completa.
Erick ha muerto, no mucho después de mi rescate un segundo equipo fue enviado a buscar la apertura, y al descender por ella encontraron su cuerpo tumbado y en una anemia mucho peor a la mía.
Intentaron tratarlo allá arriba, pues debido a su condición no podían regresar, el drástico cambio de presión lo mataría.
No hubiera importado pues murió pese a los "desesperados y valerosos intentos" dijo textualmente el agente.
Vendría a recogerme para asistir a una pequeña ceremonia funeraria, después podría ir a disfrutar de mi pensión a donde quisiera.
Las noches siguientes me fue imposible conservar un sólo momento de paz, el fantasma acusador de Erick estaba en cada parpadeo, e inclusive en las noches su cadavérico cuerpo todavía en el traje, parecía despedir una irracional peste.
Traté de convencer a las enfermeras de que me drogaran para conciliar el sueño pero se negaron "debido a su condición".
"Basura, hace días que me recuperé, si no fuera por la falta de sueño me encontraría mejor que nunca" pensaba como único consuelo.
Finalmente llegó el día, el agente me dio un muy buen traje aunque bastante desajustado a mi talla.
Finalmente pude salir del hospital. Ja ja ja, si hubieran podido ver en qué clase de instalaciones me encontraba hubieran reído como yo lo hice.
No intenté disimular mi sorpresa ante mi escolta.
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